
Yo vivía en el barrio antiguo, donde los bares. Una noche, ya casi madrugada, no podía dormir y decidí salir a buscar algo que no sabía muy bien qué era. Deambulé por las calles hasta que fui a parar a la playa. Él me había seguido, seguramente querría ligar conmigo, aunque eso no me lo dijo. Vi cómo se sentaba en la arena y fumaba un cigarrillo tras otro mientras yo lloraba, pero no se atrevió ya a acercarse a mí, simplemente miraba. No sé cuánto tiempo pasamos así, él tampoco me lo dijo. Cuando amaneció me marché, dejando algo de lo que no tenía constancia que se pudiera dejar en ningún lugar. Esto es lo que me hizo pensar que mi interlocutor quería burlarse de mí; me dijo que, junto a mis lágrimas, dejé mi sombra. La reconoció al momento, a pesar de que no era algo normal no podía tratarse de otra cosa, ya que incluso se movía como yo pero, al contrario que siempre hacía, esta vez prefirió quedarse allí. Se acercó despacio para no asustarla, se sentó a su lado y le ofreció un cigarrillo, el cual rechazó. Estaba desesperada, a pesar de que no era la primera sombra que desafiaba las leyes de la física y hacía algo así. Vivir con cierta clase de personas puede ser un infierno: demasiados

- Una botella de whisky – pedí. Bebí un largo trago que me supo tan mal como tantos otros. Estuvimos hablando y, mientras tomaba el liberador líquido, casi de forma inconsciente iban saliendo de mi boca ideas que tenía guardadas muy dentro, tanto que ni siquiera sabía que existían. En aquel momento no lo sabía, pero creo que al fin había encontrado un amigo. Entonces pasó lo que había vaticinado mi ex-sombra: mi cuerpo me abandonó, pero no debido a mis problemas, qué ironía, ahora parecía que todo iba a mejorar. Cuando llegué al hospital ya no pudieron hacer nada por evitarlo. Me abandonó por una simple y cruda cuestión bioquímica, demasiado alcohol. Si yo sólo bebía porque pensaba que me ayudaba.
En fin, sirva esto para que sepáis que no debéis tener miedo a separaros de vuestro cuerpo, puesto que ahora soy libre como nunca lo fui.
Texto: Blanca Botella Martínez
Ilustraciones: vicentedamian