Andrew se encontraba frente al espejo del baño en su lujosa casa de Nueva York, no reconocía lo que veía reflejado, su rostro ya no le parecía el mismo. Todo lo que le rodeaba poseía una nueva luz, más cercana, más dolorosa, mas elevada.
-Antonin… ¿quién eres?, ¿por qué te apoderas de mi cuerpo?, ¿cómo es que te conozco tanto?
De repente vio reflejada tras de el la figura enigmática de Chris, se giro asustado.
-Llevas varios días llamándome y aquí estoy.
Chris lanzó un cálido saludo inclinando su magnética silueta, el semblante hipnótico que poseía paralizo sin remedio a un Andrew cada vez mas confuso.
-No tengas miedo, te están esperando.
Desapareció súbitamente, Andrew se quedo como una estatua mirando la pared, su interior se estaba convirtiendo en un músculo gigante que palpitaba incesantemente en carne viva.
Se arrodillo y emitió un desgarrador grito de dolor y confusión, su percepción comenzaba a alterarse nuevamente, vio una extraña forma que le sonreía entre las llamas, todo se empezó a volver de un color blanco mate. –No, otra vez no. Se encogió en un rincón esperando evitar así la enorme desazón que recorría todo su ser.
Antonin estaba sentado al pie de la cama en la habitación del burdel de Virginie, se encontraba solo, tenía los ojos totalmente en blanco y sufría extraños espasmos.
La mente de Andrew había sufrido un dolor atroz, su cerebro pareció partirse en dos, como atravesado por un rayo de luz cegadora, y ahora todo su cuerpo se asemejaba a un receptor de imágenes de origen desconocido, las visiones se superponían una tras otra a una velocidad imperceptible para el ojo humano, pinceladas de colores nunca vistos eran lanzadas sobre el frenético glosario de tortuosas representaciones que asestaba su cerebro, sus sentidos comenzaron a expandirse en pos de un caos multicolor, un caos sagrado que parecía guardar una extraña armonía en todos sus movimientos. Emitió un grito atronador, Elisabeth y Naomi se despertaron asustadas, el cuerpo de Andrew estaba apunto de estallar, la secuencia de imágenes recibida por su cerebro aumento aun mas la velocidad…
…Se despertó en un lugar desconocido, levantó la cabeza lentamente mientras trataba de centrar nuevamente la vista, miro a ambos lados. La tierra era de color rojizo, y el cielo tenía un tono violeta, se encontraba en perfecto estado, tranquilo, despejado y con una fuerte sensación de vida, era extraño pero nunca se había sentido tan vivo como ahora.
-Ya has pasado lo peor Andrew.
Se le acerco un hombre de unos 50 años, delgado, con larga melena y abundante barba, vestía con unos harapos blancos que se asemejaban a una sotana y tenía una extraña protuberancia en el centro de su frente. Su semblante transmitía paz y cordialidad.
-¿Quién es usted? ¿Dónde estoy?
Las palabras de Andrew no contenían ni una pizca de inquietud o confusión, nunca había estado en este lugar, ni ante este hombre, pero en el ambiente había algo que embriagaba candorosamente su alma, una brisa invisible que poseía el placer y el dolor de la vida, y que acariciaba tiernamente todo su cuerpo.
-Estas en Manakel, el planeta de energía perteneciente a esta galaxia.
-¿Qué?, no lo entiendo, ¿y como he llegado aquí?
-Hemos tenido que traerte con nosotros, ha sido doloroso, lo se, pero era necesario.
Andrew observaba al habitante de Manakel con respeto y asombro, tras sus profundos ojos parecía estar la clave que explicase lo que le había ocurrido durante estos últimos días. Ya casi había olvidado que, hasta hace bien poco, era un simple y aburrido contable de Nueva Cork.
-Caminemos, te explicare porque estas aquí.
Empezaron a caminar, Andrew miraba de un lado a otro, no sabía bien donde estaba, pero de algún modo se sentía parte de todo lo que veía, el paisaje desprendía una aureola de luz.
-Como te he dicho antes, estas en un planeta de energía, en un punto de luz de los innumerables que pueblan el universo. Todos los que aquí habitamos, somos almas que hemos vivido en el planeta tierra y en otros muchos planetas de la galaxia. En vida fuimos distintos, despiertos, especiales. Unos fuimos profetas, otros visionarios, otros artistas, poetas, pintores o todo a la vez, almas intuitivas y conscientes de sí mismas que pueden aportar su luz a este cuerpo celeste que es el universo.
Andrew escuchaba atónito, todo lo que oía le parecía la mayor verdad dicha nunca por nadie.
-Pero y… entonces ¿Por qué estoy yo aquí?
-Porque te necesitábamos, veras, estas almas distintas a las demás, somos la energía que mantiene con vida al universo, la que lo hace expandirse y crecer, la que lo mantiene en equilibrio. Sin nosotros desaparecería, se extinguiría por completo. En cada galaxia hay un planeta de energía, un foco de fuerza que ampara toda la sabiduría de un punto y la lanza al cosmos. Pero nosotros no estamos aquí siempre, pasado un tiempo elevamos nuestro yo, y nos fundimos con el universo, es el ciclo que sigue la gran espiral, es la naturaleza con su danza. De modo que continuamente necesitamos nuevas almas para mantener iluminado el planeta.
Sus palabras le resultaban a Andrew sumamente lógicas y coherentes, todo empezaba a encajar.
-¿Y porque me habéis elegido a mi?
-La tierra ya no nos proporciona almas sabias, podemos ver todo lo que ocurre en la galaxia, y sabemos que el sistema global que se ha instaurado en tu planeta controla cualquier anomalía. Eso del Señor Turner fue muy inteligente, nos pillo por sorpresa, sus programas de defensa son cada vez mas sofisticados. Desde hace un tiempo, nos hemos visto obligados a forzar un despertar, ningún alma puede encender su chispa en una sociedad como la que habéis creado, y eso es lo que hemos hecho contigo, encender tu chispa. Por eso el vacío en el estomago, por eso las visiones, por eso Chris, por eso Antonin.
Andrew se detuvo de repente, las palabras del sabio habían hecho estremecer su fuero interno.
-¿Y quien era Antonin?
-Antonin eres tu, es tu misma alma apresada en otro cuerpo. Tu alma, como todas, nació con el universo, has vivido en millones de planetas y con millones de formas distintas. Creímos necesario efectuar una conexión con tu anterior cuerpo, así de un modo inconsciente comprenderías mejor tu verdadera naturaleza.
Continuaron caminando, Andrew parecía ausente, el rompecabezas de recuerdos, sensaciones e imágenes que albergaba su mente estaba terminando de encajar a la perfección. El sabio tenía las pupilas dilatadas y su caminar era algo espasmódico, casi torpe.
-Por eso me sentía tan cercano a el…
-Eran dos representaciones de la misma alma en puntos equidistantes, la tuya empezaba a sufrir un despertar, y la de Antonin un largo sueño.
Andrew continuaba ensimismado en sus pensamientos.
-Ahora lo comprendo todo.
Volvieron a detenerse, en el horizonte se vislumbraba un poblado de aspecto austero, había numerosas cabañas de construcción artesanal y hombres y mujeres de diferentes edades paseando lentamente entre ellas, al igual que el sabio todos vestían con harapos y tenían una protuberancia en la frente, no parecieron percatarse de su llegada.
-¿Supongo que ya sabrás cual es ahora tu misión?
El sabio perdió el equilibrio por un momento y se apoyo en una roca rojiza que tenía a su lado, parecía un poco ausente, como ido. Al estar sumergido en sus pensamientos, Andrew no se había dado cuenta, pero el hombre caminaba con cierta dificultad, su mirada tenía una profundidad casi dolorosa y su rostro siempre contenía una media sonrisa de tranquilidad y satisfacción, los individuos del poblado mostraban los mismo síntomas.
-Me imagino que ya te habrás dado cuenta.
-¿Qué os ocurre?
-Nuestro espacio tiempo es ligeramente distinto al tuyo, hemos subido un pequeño escalón hacía el todo. Somos un poco mas yo, y al mismo tiempo un poco menos yo.
Andrew le sonrió.
-Es decir, que estáis dejando de existir, para existir a otro nivel.
-Je,…no cabe duda de que ya estas totalmente preparado.
Se quedaron unos segundos observándose en silencio, finalmente el sabio acerco su mano al rostro de Andrew.
-Un momento, solo quiero hacerte una ultima pregunta.
-Te escucho.
-¿No creéis que actuáis de un modo antinatural al forzar ese despertar en las almas? En el fondo usáis los mismos métodos que el sistema global, anuláis el libre albedrío. A lo largo de la historia, en la tierra se han implantado regímenes de la misma calaña que el actual, siempre ha habido épocas oscuras y difíciles, y al mismo tiempo siempre ha habido almas conscientes de su naturaleza. No tiene sentido forzar ningún despertar.
El sabio meditó un segundo las palabras de Andrew, su semblante pacifico y sonriente seguía intacto.
-Querido Andrew, ese despertar del que tu hablas, es la razón de ser de todas las almas, su necesidad vital, la misión por la que existen… pronto lo comprenderás.
Andrew esbozo una sonrisa sardónica, finalmente el sabio poso la palma de su mano en la frente del recién llegado, y este, después de sentir una pequeña nausea, elevo su estado de consciencia…
Ilustraciones: Vicente Damian Fernández
Texto: Moisés Rocamora
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Aquí estoy,quería devolverte la gentileza de tu visita a mi blog.
ResponderEliminarQue curiosa e ingenuamente hermosa narración (dicho esto en el mejor de los sentidos);y quiero agregar que este tipo de inocencia es absolutamente necesaria en estos tiempos...
un gran abrazo !!!